¿Cómo es y en qué consiste un proceso de mentoría en marca personal?
Cada vez son más las personas que toman consciencia de las oportunidades profesionales que surgen con una marca personal potente. En calidad y en cantidad.
Muchas porque deciden tomar el camino hacia la autorrealización en el trabajo, mediante el emprendimiento. Otras porque desean reenfocar su carrera profesional. En cualquier caso, el desarrollo estratégico de su marca las lleva a nuevos horizontes de bienestar laboral y personal.
El contexto actual de pandemia no ha hecho más que acelerar una tendencia. El tejido empresarial no puede generar los puestos de trabajo necesarios, es más, las empresas reducen personal, cierran o se fusionan. Los profesionales buscan nuevas salidas, y “se reinventan”.
La digitalización está permitiendo nuevos canales de comunicación, a través de los cuales las marcas pueden expresarse y darse a conocer.
Las redes sociales reúnen a grupos de personas, a los que les llaman tribus o comunidades, que comparten aficiones, objetivos, experiencias… y en las que expertos e ‘influencers’ actúan como los nuevos líderes de opinión.
Desarrollar la marca personal significa trabajar de forma intencionada una estrategia de posicionamiento en torno a un conjunto de atributos y valores que posee un determinado profesional.
Eso es, en la práctica, detectar las cualidades más significativas de este profesional que aportan un valor diferencial tangible, y que conectan con los deseos o necesidades de una comunidad o tribu. A través de elegir bien los canales, el lenguaje, el tono y el estilo de la comunicación, se trata de llegar a conectar con estas personas para difundir un determinado mensaje.
Como ya explico en el post «El ABC de un mentoring de marca personal transformador», el proceso de mentoring se desarrolla en diferentes etapas, con el fin de:
Para que una mentoría de marca personal ‘one to one’ se implemente de forma eficaz, y con un resultado exitoso, las dos personas que intervienen deben hacer un buen ‘matching’. Eso es, tanto la persona mentorizada como el mentor o mentora deben lograr entrar en sintonía.
La confianza mutua en este tipo de procesos es fundamental, para una apertura y un trabajo lo suficientemente rico y transformador.
Un proceso de mentoring se desarrolla en 4 etapas, con un progresivo avance hacia el objetivo fijado al inicio.
En esta etapa, se establecen las bases de la relación de mentoring. Es un momento excelente para crear el rapport necesario, para comenzar a desarrollar la confianza.
Definir bien el objetivo, comenzar a trabajar sobre el potencial, las fortalezas, la situación y el contexto, la experiencia y los logros de la persona es el primer paso. La escucha de sus deseos, motivaciones, emociones, creencias y aspiraciones será condición esencial.
Idealmente, se trabaja desde las fortalezas, desde el núcleo positivo y la mirada apreciativa. Se trata de ir descubriendo el potencial de la persona. Antonio Blay, precursor de la Psicología Transpersonal en España, decía que los defectos no existen, que sólo existen las cualidades no desarrolladas.
Es una fase en que prevalecen las preguntas abiertas, la contextualización de la persona, de su momento, de lo que ha logrado hasta hoy y de su objetivo presente, de lo que quiere lograr con su marca personal.
Esta etapa es la que lleva más trabajo. Es la etapa en la que se abren nuevas posibilidades, nuevos enfoques, nuevas perspectivas. Es momento de estimular la creatividad para abrazar nuevas opciones, para cuestionar creencias, y formular nuevas hipótesis. Lo importante prevalece sobre lo urgente.
Se elabora un plan de acción. Este plan se concreta en el objetivo (qué); en la estrategia y las acciones (cómo); en la planificación (cuándo); en los recursos (qué se necesita); y en los resultados deseados (indicadores).
El plan es necesario en cuanto a que un proceso de mentoring siempre tiene un inicio y un final, y busca lograr un objetivo. Es un acompañamiento guiado que va de un antes a un después. Busca una transformación, un avance desde un lugar a otro. Sin plan de acción no es posible esa transformación.
Todo proceso de mentoring conlleva un proceso de aprendizaje. Es la razón de ser, la esencia del mentoring. Y la única forma para integrarlo es a través de la práctica, de la acción.
Así, pues, ésta es la fase de experimentación. El ‘learning by doing’ toma su máxima expresión. Se hace imprescindible el uso de dos mecanismos por parte del mentor o mentora: el feedback y el feedforward. Es decir, la retroalimentación. Para sostener e incrementar la percepción de autoeficacia del o de la mentee. Así, la transformación realizada tendrá continuidad en el tiempo.
El mentor o mentora actúan como modelo de una experiencia por la que ya han transitado. Por eso, los ejemplos y experiencias aportadas son claves en esta fase.
En esta fase, no queda más que revisar el camino realizado. Una evaluación de la situación y el proceso en sí resitúa a los participantes en un nuevo lugar.
Se observan los aprendizajes y recursos adquiridos, las fortalezas identificadas, la evolución realizada, las posibilidades de continuar avanzando con nuevas propuestas y acciones después del proceso.
Se proponen nuevos retos, se detectan oportunidades, y se sugieren áreas de mejora. Se traza la continuidad futura del camino iniciado.
Hemos visto que el proceso de mentoring avanza en diferentes fases conectadas entre sí, y que buscan:
Un proceso de mentoring es un proceso de aprendizaje y transformación, que se realiza de la mano de una persona que ya ha transitado previamente por ese lugar, y tiene la experiencia para poder acompañar a los demás a que lo realicen con éxito.
Así, las ventajas de realizar ese camino con un mentor o mentora son muy potentes, por ejemplo:
#1. Aprendizaje vivencial
Se trata de un aprendizaje vivencial, basado en la acción, en la experiencia, que es la manera cómo se integra el conocimiento para siempre.
2. Proceso guiado
Es un proceso guiado, enfocado a un objetivo concreto y personal. Por lo tanto, mucho más efectivo, y tangible en resultados.
3. Modelaje y ejemplos
El modelaje, los ejemplos concretos, los casos prácticos hacen mucho más fácil la comprensión e integración de los conceptos.
4. Activación del potencial
Supone un proceso de autoconocimiento, y de desarrollo de los recursos internos de la persona. Desencadena una activación del potencial que se concreta en talento al pasar a la acción.
5. Transformación real y tangible
Al final del proceso de una mentoría de marca personal se da una transformación real, un avance tangible que genera satisfacción, motivación y una autoconfianza renovadas para la persona.
¿Te apetece comenzar un proceso de mentoring?